10 oct 2011

Tuvimos otra forma

2011 Vista en Sitges


Especímen: Pollus Alastae Urbi et Orbe

Características: Animales ovíparos, nacidos para morir en cualquier mesa o chiringuito, en cualquier época del año y en cualquier lugar, aunque se sabe por datos fidedignos que la cantidad de estas aves se multiplica por 70000 los fines de semana, en especial los domingos.

Ubicación: Tiendas de comestibles y ultramarinos, pequeños supermercados y aquellos lugares donde se pueda colocar la máquina en la que rotan y se alastan (del verbo alastar, es decir, freir a l'ast). Estos magníficos pollos es imposible encontrarlos en ferreterías, zapaterías o tiendas de "prêt-a-porter".

Estudio: El Ast es una manera muy peculiar de freir un pollo. Se trata de empalarlo en una vara metálica junto con otros congéneres, igual que haríamos con cualquier violador. Esta varilla se ensarta en unos topes que van girando mediante una cadena unida a un sufrido motor, mientras por la parte trasera unas rejillas alineadas en cada ristra dejan salir el fuego, generalmente gas natural, o butano. En un principio, se hicieron algunas pruebas con helio y queroxeno, pero explotaban siempre cara al público y destrozaban los pollos.
Un ser humano aparentemente normal y apto para este trabajo se encarga de ir rociando las aves con una salsa especial, de la que este laboratorio ha sido hasta la fecha incapaz de descifrar su composición, a pesar de los esfuerzos realizados.
Una vez frito, se sirve a medios, a cuartos, o incluso enteros, junto con un pequeño recipiente de su caldo, otro con mahonesa o all i oli, una bolsa de patatas paja y en una región llamada Catalunya también con una botella de cava, generalmente barato, en consonancia con este tipo de comida. Todo ello guardado en una bolsa de plástico contaminante, que suele fundirse por el calor acumulado antes de llegar a casa.
Hasta hace poco, era la típica comida del populacho, después de una agria jornada de playa, sudor y sol y servía para rematar un asqueroso domingo, empeorándolo aún más.
A raíz de la crisis, se tiene constancia de que muchos niños ricos se han apuntado también a esta moda. Como suele pasar en los casos en que una clase social alta se apodera de las modas de los pobres, se consigue enaltecer el producto pasando así de ser una "mierda de pollo" a un avefuá de puturrú fumé, al aroma de mahonesa y crujiente de papas, muy bien maridado con un espumoso de alguna cava catalana, o champagne francés.

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