ANTONIO Y JUANI
2014 Moll de Drassanes (Barcelona)
Después de realizar
este robado de los dos ancianos y percatándome de que fui pillado después de
tirar la foto, decidí entrar en contacto con ellos y darme a conocer,
consiguiendo que aquel fuera uno de esos momentos increíbles a nivel humano que
uno tiene la suerte de vivir como fotógrafo.
No se enfadaron por
robarles su intimidad, ni mucho menos. Antonio, de 84 años y Juani con 81, tenían
un semblante apacible, feliz diría yo, y cuando se confiaron en la conversación
se volcaron para explicarme cada uno de ellos la historia de su vida en común.
Una historia que no
por ser conocida es menos importante, ya que es la de muchos de nuestros
abuelos. La de aquella generación que no tuvo infancia, que superó una y hasta
dos guerras cargadas de horror y que como premio a todo ello, acabó emigrando a
otras zonas del país, o al extranjero, con la familia a cuestas y muy poco más,
buscando un trabajo que dignificara sus vidas y sobre todo su vejez.
Esta amable pareja andaluza
era una de las muchas protagonistas anónimas que trataron de olvidar odios,
rencores y penurias para dedicarse a levantar un país decrépito y arruinado por
la Guerra Civil. Antonio, como capataz de obras. Juani, como cocinera de
hospital.
En su penúltima etapa,
la vida les había respetado por fin, ganando lo suficiente para comprarse un
pisito, seguir adelante como pareja y dar estudios a sus tres hijos.
Ahora que ambos
entraban en la recta final de sus vidas, lejos de deprimirse o entristecerse,
se arreglaban cada tarde con sus mejores telas y, fuese invierno o verano, salían
a pasear por el paseo marítimo barcelonés. Pero siempre con esa sonrisa en sus
rostros, cogidos de la mano y transmitiendo una poderosa sensación de haber
hecho bien las cosas.