30 sept 2011

Aún no me llega



No, aún no le llegaba.
Se acercaba la hora de comer y ese sábado frío y lluvioso se mostraba poco amigable y muy rácano a la hora de premiar su arte.
Era bueno en lo suyo, muy bueno. Pero la calle tiene eso: es dura e injusta. Y más en una gran ciudad como Barcelona.
Cuando entre sonoros aplausos finalizó su número, muchos siguieron su camino comentando y valorando lo que habían visto.
Los menos, colaboramos premiando merecidamente su arte. Es lo que suelo hacer cuando alguno de estos artistas vocacionales me hace perder unos minutos vibrando con su trabajo, que es bastante a menudo.
Eso me hace sentir vivo, muy vivo.
En esos momentos, me considero afortunado de vivir en una ciudad tan grande y cosmopolita, que me permite disfrutar libremente de estos grandes artistas, mientras me acaricia una casi permanente brisa y el sol me calienta el cogote. Bueno, ese sábado no. 
Mientras volvía a casa, me lo imaginaba  una y otra vez.
Quizá no pudiera comer, pero con un poco de suerte seguro que por la noche podria cenar un frankfurt y una cervecita en algún bar. Seguro que sí.

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