15 ago 2011

Valió la pena


Esta fotografia es muy especial para mí porque era la primera vez que me presentaba a un concurso y todo ello en un delicado momento personal. Representó un pequeño oasis de paz entre tanta turbulencia. El 2º premio conseguido fue lo de menos.

Principios de verano de 1995. Me había apuntado un poco inconscientemente a un concurso fotográfico organizado por un periódico deportivo catalán. Lógicamente, el tema estaba relacionado con el deporte.
Así pues, aquel radiante y soleado sábado de junio me fui a pasear con mi cámara analógica, una simple Fujica reflex, sin pretensiones, pero que fue mi compañera de viaje durante muchos años. Quizá con ella he tenido los mejores momentos con este hobby, si dejamos aparte la ruina que suponían los revelados, hasta que dispuse de mi propio laboratorio.
El lugar escogido para realizar las capturas fue una vez más mi querida montaña de Montjuïc. Se desarrollan tantos deportes en esa zona, que raro sería no obtener una buena foto. Campos de rugby, fútbol, hockey hierba, hípica, piscinas, atletismo en Serrahima, o en el mismo Estadio Olímpico, me daban un buen abanico de posibilidades.
Pero como suele suceder en estos casos, la mitad de las instalaciones estaban cerradas y en el resto,  prácticamente no había nadie. ¡Qué suerte la mía! Seguro que si hubiera querido pasear en lugar de tirar fotos, hubiera habido colas en todos lados para ver algún campeonato de algo.
Bajaba hacia el coche medio enfurruñado, cuando me fijé en que delante del parking de la Escuela de Educación Física había un grupo de gente bastante numeroso. O había pasado algo, o se entretenían con alguna cosa.
Me acerqué y vi que se celebraban unas competiciones de patines en línea. Había jueces, anunciantes y un circuito marcado. En fin, todo tenía el aspecto de una prueba deportiva en toda regla y, por lo que parecía, a nivel nacional. ¡Jamás me hubiera enterado si no llego a pasear por allí accidentalmente!
Como parece que por  aquella época, era un deporte relativamente minoritario, no había mucho agobio de gente, así que me fue bastante fácil colocarme en un lugar adecuado para disparar. Preparé la cámara y mientras esperaba, aproveché para preguntar y enterarme un poco de qué se trataba la prueba. Ésta en concreto, era una “carrera por eliminación”. Es decir, cada cierto número de vueltas, en función de la cantidad de participantes, se elimina el último o últimos en pasar por meta. A falta de 3 vueltas para el final, debe quedar en pista un número prefijado de corredores que disputarán el sprint final, clasificándose por el orden de llegada a meta.
Pasé un rato muy agradable, tirando fotos como un loco y sobresaltándome cada vez que les veía caer sobre ese agrietado y abrasivo asfalto del parking. Desde donde estaba, se oía el golpe de los cuerpos al contactar con el suelo. Afortunadamente, no pasó nada grave, más allá de quemaduras, raspaduras y arañazos. Y los que veían la prueba, familiares, amigos y curiosos, debían estar acostumbrados, porque el único que se sobresaltaba era yo.
Cuando terminó la competición, me paseé un rato por el entorno, chafardeando aquí y allá, hasta que me tropecé con el trío ganador en la categoría femenina. Recuerdo que justamente fueron las que más me impresionaron por su arrojo, fuerza y labor de equipo, ya que quedaron clasificadas las tres (1ª, 2ª y 3ª). Esperé un ratito a que se ocuparan de sus cosas y que ninguna mirara a cámara y con el corazón a todo pálpito porque presentía algo, disparé.
Poco después esta foto quedó 2ª clasificada en el concurso Fujifilm-Club Barça Jove Sport, en la categoría de adultos, que organizaba Sport, el mencionado periódico deportivo con sede en Barcelona.

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