El Mercado de Sant Josep, conocido como La Boquería, es un mercado municipal que se encuentra en la Rambla de Barcelona. Además de un lugar donde comprar todo tipo de productos frescos, es también una atracción turística por sus productos, el cuidado con el que están expuestos y, sobre todo por el edificio en sí.
El mercado tiene una superficie de 2583 m² con más 300 puestos, ofreciendo una gran variedad de productos locales y exóticos, tanto a los compradores particulares como a los principales restauradores de la ciudad. Es el mercado más grande de Cataluña, el más variado en oferta alimentaria y también el más visitado por los turistas.
Fue inaugurado en 1836, en estilo Modernista catalán, pero sus orígenes están al aire libre, ante las puertas de la antigua ciudad, en la explanada del Pla de la Boqueria, donde vendedores ambulantes y labradores de los pueblos y masías próximas se instalaban con el fin de vender sus productos, antes de que la ciudad se saliera de sus primeras murallas. Este mercado se hacía fuera de las murallas de la ciudad por ahorrar el impuesto de entrada de mercancías.
El mercado tiene una superficie de 2583 m² con más 300 puestos, ofreciendo una gran variedad de productos locales y exóticos, tanto a los compradores particulares como a los principales restauradores de la ciudad. Es el mercado más grande de Cataluña, el más variado en oferta alimentaria y también el más visitado por los turistas.
Fue inaugurado en 1836, en estilo Modernista catalán, pero sus orígenes están al aire libre, ante las puertas de la antigua ciudad, en la explanada del Pla de la Boqueria, donde vendedores ambulantes y labradores de los pueblos y masías próximas se instalaban con el fin de vender sus productos, antes de que la ciudad se saliera de sus primeras murallas. Este mercado se hacía fuera de las murallas de la ciudad por ahorrar el impuesto de entrada de mercancías.
Antes del mercado, estuvo en el mismo lugar el convento de San José. En 1586 los carmelitas descalzos (denominados els josepets por ser los difusores de la advocación de San José) fundaron el convento en el lugar donde hoy está el mercado. A medida que la Rambla fue tomando importancia como paseo urbano en el siglo XVIII, se consideró necesario sacar las carnicerías de su recorrido y fueron desplazadas, todavía muy cerca, hacia el interior, junto al huerto del convento de San José, que el pueblo quemó el día de San Jaime de 1835 durante una manifestación, junto al resto de monasterios que había en la Rambla.
Tras la destrucción del convento, se construyó una plaza con grandes columnas rodeada de porches, que sería la más grande de Barcelona. Se decidió trasladar el mercado de manera temporal en su interior, pero finalmente sería su emplazamiento definitivo. Las obras de techado se iniciaron el día de San José de 1840.
Muchos vendedores obsequiaban una flor por la compra de algún producto de alimentación, y aquí encontramos el origen de un colectivo popular e inseparable del conjunto de este paseo: los actuales floristas de la Rambla. Más tarde también se añadió la venta de animales, sobre todo pájaros.
La cubierta metálica actual se inauguró en 1914. La última modificación arquitectónica del mercado fue en el año 2000, y actualmente se prepara otra que afectará sobre todo la plaza de la Gardunya. A lo largo de los años, se ha convertido en el más emblemático de todos los mercados de Barcelona. El colectivo de vendedores, la estructura y situación del mercado lo convierten en un lugar de visita obligada para compradores y turistas.
Cada vez hay más establecimientos del mercado regentados por inmigrantes, en los que se encuentran especialidades de América del Sur, Japón, Italia, Grecia o los países árabes.
La cubierta metálica actual se inauguró en 1914. La última modificación arquitectónica del mercado fue en el año 2000, y actualmente se prepara otra que afectará sobre todo la plaza de la Gardunya. A lo largo de los años, se ha convertido en el más emblemático de todos los mercados de Barcelona. El colectivo de vendedores, la estructura y situación del mercado lo convierten en un lugar de visita obligada para compradores y turistas.
Cada vez hay más establecimientos del mercado regentados por inmigrantes, en los que se encuentran especialidades de América del Sur, Japón, Italia, Grecia o los países árabes.
En este difícil reportaje (casi todo son robados, ya que a los vendedores no parecía gustarles mucho la cámara) intenté reflejar la frenética actividad de este espectacular mercado a partir de las 6,30 h de la mañana, casi dos horas antes de que el público aparezca en masa a vaciar las paradas.
Nunca había tenido ocasión de vivir esta experiencia y de verdad que la recomiendo. Mucha de esta gente ya venía de pasarse sus dos buenas horas en Mercabarna fundamentalmente, para recoger el género.
Nunca había tenido ocasión de vivir esta experiencia y de verdad que la recomiendo. Mucha de esta gente ya venía de pasarse sus dos buenas horas en Mercabarna fundamentalmente, para recoger el género.
A partir de las 8 h de la mañana les esperan aún casi 12 h más de duro trabajo, a veces debiendo aguantar los caprichos de algún maniático, o intentando entenderse con los extranjeros, turistas o no, que aparecen por aquí buscando aquellos productos de su tierra, que saben no van a encontrar en otro mercado de Barcelona.
Cuando después de una hora haciendo fotos, me senté en el bar Pinotxo para tomar un merecido desayuno que me liberara la tensión de tanto robado, me di realmente cuenta de que este es uno de aquellos trabajos especialmente duros, a veces poco reconocidos y que sólo pueden soportarse con una gran dosis de vocación.La que noté en la mayoría de aquellas caras.
Este es un sencillo homenaje a esta gran gente.
Perdonad la calidad de las fotos. Poca luz y mucho robado no son muy buenos amigos.
Cuando después de una hora haciendo fotos, me senté en el bar Pinotxo para tomar un merecido desayuno que me liberara la tensión de tanto robado, me di realmente cuenta de que este es uno de aquellos trabajos especialmente duros, a veces poco reconocidos y que sólo pueden soportarse con una gran dosis de vocación.La que noté en la mayoría de aquellas caras.
Este es un sencillo homenaje a esta gran gente.
Perdonad la calidad de las fotos. Poca luz y mucho robado no son muy buenos amigos.
Juanito, del Bar Pinotxo. Interior del Mercado de la Boquería (Barcelona)
El bar Pinotxo es mucho más que un restaurante de mercado. Es un lugar en el que disfrutar de los mejores productos del mercado de la Boqueria, preparados por excelentes cocineros y que reúne tanto a gente del propio mercado como a muchos turistas que han sido previamente informados.
El entrañable Juanito, sin duda una de las caras más fotografiadas de Barcelona, es el dueño de este emblemático bar. Está vinculado a La Boqueria desde muy pequeño y su excepcional carácter es la base del éxito del puesto, tanto, que incluso se ha editado un libro con sus mejores recetas y que ha servido como merecido homenaje a una persona que lo da todo a la clientela, a la que hace más de sesenta años que atiende con una permanente sonrisa, sentido del humor y una eficacia que muchos la quisieran para ellos. Albert y Jordi, sus sobrinos, se ocupan de la cocina.
El puesto está situado en la entrada principal del Mercado de La Boqueria, según se entra, el primer pasillo a la derecha y dispone de una barra y tres pequeñas mesas en las que sentarse. El nombre de Pinotxo viene por el nombre del perro de la familia y por estrenarse esta película de Walt Disney el mismo año de la inauguración. En este puesto se han sentado personajes como Ferrán Adrià, Juan Mari Arzak, Jean Paul Galtier o Jacqueline Bizet.
Además de sus apreciados almuerzos. el Pinotxo es un lugar en el que podemos degustar aquellos desayunos llamados “calientes”, o de “cuchillo y tenedor”. Y no es broma. Nos podemos encontrar chipirones con habitas, cap i pota, garbanzos con butifarra negra, navajas, costillas, estofado, brochetas de ciervo o callos, por poner algunos ejemplos simplemente deliciosos. Todo esto se puede remojar con una copa de buen cava, aunque también hay vinos y licores. Un cortado con su chucho, también gozan de muy buena y merecida fama.
Los platos, como en la buena cocina de mercado varían según disponibilidad, así que lo mejor es dejarse aconsejar o preguntar que se puede comer. Los precios de los platos oscilan entre 7 y 12€
En definitiva, visitar a Juanito en el Pinotxo es uno de los mejores colofones para un paseo por el inacabable Mercado de la Boqueria.
Como muestra de lo dicho, la foto refleja el talante con el que me recibió este buen hombre a las 7 de la mañana, cuando me detuve en su barito para tomar mi cafetito con leche, mientras hacía un alto en el reportaje fotográfico que realizaba en este mercado, en el que pretendía reflejar un poco el ambiente previo a la hora en que la gente entra en masa, turistas y nativos, para ver, comprar y, en definitiva, admirar este gran edificio modernista, estandarte de los mercados barceloneses.
El puesto está situado en la entrada principal del Mercado de La Boqueria, según se entra, el primer pasillo a la derecha y dispone de una barra y tres pequeñas mesas en las que sentarse. El nombre de Pinotxo viene por el nombre del perro de la familia y por estrenarse esta película de Walt Disney el mismo año de la inauguración. En este puesto se han sentado personajes como Ferrán Adrià, Juan Mari Arzak, Jean Paul Galtier o Jacqueline Bizet.
Además de sus apreciados almuerzos. el Pinotxo es un lugar en el que podemos degustar aquellos desayunos llamados “calientes”, o de “cuchillo y tenedor”. Y no es broma. Nos podemos encontrar chipirones con habitas, cap i pota, garbanzos con butifarra negra, navajas, costillas, estofado, brochetas de ciervo o callos, por poner algunos ejemplos simplemente deliciosos. Todo esto se puede remojar con una copa de buen cava, aunque también hay vinos y licores. Un cortado con su chucho, también gozan de muy buena y merecida fama.
Los platos, como en la buena cocina de mercado varían según disponibilidad, así que lo mejor es dejarse aconsejar o preguntar que se puede comer. Los precios de los platos oscilan entre 7 y 12€
En definitiva, visitar a Juanito en el Pinotxo es uno de los mejores colofones para un paseo por el inacabable Mercado de la Boqueria.
Como muestra de lo dicho, la foto refleja el talante con el que me recibió este buen hombre a las 7 de la mañana, cuando me detuve en su barito para tomar mi cafetito con leche, mientras hacía un alto en el reportaje fotográfico que realizaba en este mercado, en el que pretendía reflejar un poco el ambiente previo a la hora en que la gente entra en masa, turistas y nativos, para ver, comprar y, en definitiva, admirar este gran edificio modernista, estandarte de los mercados barceloneses.
¡Ah, me olvidaba! Desayunando, apareció alguien con una bolsa de churros, que Juan se apresuró a repartir alegremente entre sus empleados y los que estábamos en la barra en esos momentos, como detalle de autor, claro.
Este sencillo homenaje va por ti, Juanito
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