9 ene 2012

La Garrafeta


La Garrafeta es el apelativo cariñoso por el que muchos conocemos a esta bestia de hierro. Se trata de una locomotora de vapor modelo 282F-0421 Beyer-Garrat, construida por Renfe en los años sesenta siguiendo un diseño original inglés de 1930 y que llega a un máximo de 60 km/h. Es articulada y está especialmente diseñada para recorridos con fuertes desniveles.
La línea ferroviaria Lleida – La Pobla de Segur se unauguró en 1924, aunque sólo hasta Balaguer, como parte del Proyecto Transpirenaico, que pretendía unir Lleida con Saint Girons, en Francia, a través del puerto de Salau y con un recorrido de 89,35 km sin electrificar, con el típico y nefasto ancho ibérico (1668 mm) y con el bloqueo de tipo telefónico.
Este proyecto se desestimó por motivos políticos y económicos, quedando aparcado hasta terminada la Guerra Civil. Fue entonces cuando Renfe se encargó de prolongar el trazado hasta Cellers, en 1949 y un año después a Tremp. Se terminó la línea en 1951 llegando a La Pobla de Segur, a pesar de que incluso se había estudiado la posibilidad de llegar a Sort.
En 2005, la línea es traspasada por Renfe a los Ferrocarriles de la Generalitat, alegando pérdidas y falta de operatividad y rendimiento.
En abril de 2006, la Generalitat, lejos de achicarse, inicia un remodelado exhaustivo de toda la línea, dejándola perfectamente operativa en verano de 2007, siendo un éxito de público y turístico total.
Hoy, los automotores de los FGC recorren el trayecto en 1h 50’.
La línea transcurre por el márgen derecho del rio Segre, desde Lleida hasta Balaguer, en via única y paisaje completamente llano (la Plana de Lleida). Luego, el tren llega a las murallas montañosas de Sant Llorenç de Montgai y Camarasa. Allí, el río Noguera Pallaresa le acompañará, entre embalses y cadenas montañosas como el Montsec, hasta La Pobla de Segur, final del trayecto. En el recorrido, este fantástico tren, habrá superado un total de 17 estaciones, 21 pasos a nivel, 41 túneles (el más largo, Palau, con 3,5 km) , 31 puentes (el más largo con 160 m) y 367 m de desnivel total.
En abril de 2009, los entusiastas Amics del ferrocarril de Lleida, la Diputació de Lleida y la colaboración de los municipios por los que pasa el tren, consiguen arrancar una locura romántica: el tren histórico, conocido también como “Tren dels Llacs” (por los cuatro lagos que atraviesa: Sant Llorenç, Camarasa, Cellers y Sant Antoni) y que recorre cada sábado esta linea, de mayo a julio y tras el parón estival (mucho calor y poco aire acondicionado), vuelta a empezar, desde el 11 de setiembre hasta finales de octubre.
Nuestra querida Garrafeta vuelve a recorrer aquellos parajes que tántas veces la habían visto rodar, altiva y orgullosa, llevando ahora un convoy lleno de turistas y fanáticos del tren, como yo.
A su aire y soltando una espesa humareda, llega a Balaguer, donde, para no cansarla en demasía, es sustituída por dos locomotoras diesel, modelos 10817 y 10820, conocidas con el sobrenombre de “yé-yé” y también históricas. El resto del convoy se compone de tres coches de viajeros serie 6000 y un coche cafetería, todos ellos historicos y perfectamente restaurados. A bordo, un personal enamorado de su oficio, se encarga de que esta excursión se convierta en una verdadera aventura, que nos recuerda perfectamente cómo viajaban nuestros padres y abuelos.
El convoy también cuenta con un servicio de audio que, a modo de guía, va descubriendo los principales puntos de interés del trayecto.
Los sábados, alrededor de la estación de La Pobla, se celebra el Mercado del Tren, donde se dan a conocer los productos agroalimentarios y artesanales del Pallars.
Los trenes salen de Lleida por la mañana y de La Pobla de Segur a primera hora de la tarde, después de comer.
Al Llegar a La Pobla, el viajero tiene la opción de realizar una excursión guiada a las tiendas históricas de Salás de Pallars, con comida incluida, o quedarse en La Pobla y visitar su viejo molino y sus edificios modernistas.
Aún recuerdo como de muy pequeñito, mi abuelo me llevaba a la estación de Tremp casi cada tarde de verano para ver pasar a este monstruo. Y recuerdo cómo me estremecía cuando a lo lejos veía su humareda y cómo temblaba el banco de piedra de la estación cuando su mole pasaba delante nuestro.
Quizá es por culpa de mi abuelo y de esas imágenes que llevo impresas en mi cerebro que ahora no me canso de hacer km y km a bordo de todo tipo de trenes.
Como pallarés y aficionado, es todo un orgullo ver rodar de nuevo esta máquina impresionante.

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